lunes, 28 de mayo de 2007

Cambio radical... ¿seguro?


Ella no se gusta. Él no se gusta. El espejo -¡maldito de él!- tronca sus ilusiones cada vez que se ven reflejados en él. El dilema aflora en su cabeza, y las preocupaciones brotan a borbotones. ¿Cómo atreverse a salir a la calle con este aspecto tan horrible? ¿Quién osaría ponerse un traje de baño con un cuerpo semejante? Cuando encienden el televisor, el programa lo deja muy claro: Si tu físico te acompleja, nosotros te lo cambiamos. Y luego, viendo esas caras tan felices de todos los que han pasado por él, es imposible resistirse a la tentación: una buena cirugía seguro que reporta felicidad.

UNAS CIFRAS QUE VAN EN AUMENTO
Según el presidente de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (Secpre) cada año el número de operaciones crece un 5% en nuestro país. En cirugía estética España es el primer país europeo con el 8% de todas las que se hacen en el mundo. Sólo la superan Estados Unidos (13%), México (9%) y Argentina (8,5%). En estos últimos tiempos el culto al cuerpo ha pasado a ser uno de los negocios más rentables que existen. Más de 800 millones de euros se facturan en España cada año viniendo de este negocio. Hoy en día cualquier persona se puede cambiar la nariz, quitarse unas arrugas, aumentarse el pecho, tensar el abdomen… siempre y cuando tenga los euros que se necesitan para poder llevarlo a cabo. Aunque también las formas de pago ya han dejado de ser un problema, pues en muchos casos ya existen todo tipo de facilidades para poder pagar a plazos. Si inicialmente la cirugía estética tenía una función sobre todo reparadora, ante algún infortunio de la vida, hoy en día esto ya no es así. Estados Unidos abanderó en los años 60 un nuevo género de cirugía, y España le siguió en la década de los 80. Y no es un campo restringido a las mujeres, que mientras el número de operaciones de ellas va creciendo de forma moderada, las de los hombres alcanzan cifras que se van doblando. Actualmente la cirugía no está destinada exclusivamente al mundo del espectáculo, sino que ya forma parte del presupuesto doméstico de las familias españolas. Y es que en España tenemos muchas playas, mucho sol, y somos muy mediterráneos.

¿CIRUGÍA IGUAL A FELICIDAD?
Asociar un cambio físico al logro de la felicidad, podría resultar algo un tanto irrisorio. Precisamente este pensamiento es el que se cuela cada vez más entre las adolescentes españolas. También los padres tenemos la culpa, que intentando crear una motivación hacia el estudio, hay quién compensa las buenas notas con el coste de una operación. Si apruebas las mates te pago una cirugía… algunos se atreven a decir. Poniendo en duda la eficacia educativa de una actuación de este calibre, cabe decir que las operaciones a estas edades –y principalmente las de algunos tipos- comportan sus riesgos. Las rinoplastas (arreglo de la nariz), por poner un ejemplo, no se deben realizar antes de los 17 años.

La publicidad, y determinados programas televisivos, están engendrando verdaderos adeptos que se operan de todo, y de forma periódica. Incluso algunos cirujanos ya tienen que ejercer también de psicólogos, intentando convencer a algunos pacientes que no es necesario tanto cambio.

Si nos quieren vender el producto, que también se sinceren con los riesgos que comportan las operaciones de este tipo. ¿Sabían que el artículo 10 de la Ley General de Sanidad recoge los derechos de los pacientes? Derecho al respeto, a obtener información de los servicios sanitarios, a ser advertido de los procedimientos… de todo ello también deberían hablarnos.

Esta misma semana salía la noticia que la cirugía estética es la principal fuente de reclamaciones. ¿Por qué? Por la falta de transparencia entre el médico y el paciente, los pobres resultados tras múltiples operaciones, consultas llenas a reventar… Así lo señala el estudio Situación actual de la Responsabilidad Civil en el Ámbito Sanitario, presentado en la jornada Escenario y Perspectivas de la Sanidad Española.

La búsqueda de la felicidad a través del bisturí viene impuesto por los cánones de belleza que nos imponen Teresa Viejo y sus colegas. Pero la felicidad no es ésto. Quién pretenda encontrarla en un pase por quirófano se puede llevar un gran chasco. La felicidad es algo mucho más profundo.

Respeto para quien desee operarse, pero también respeto para aquellos tachados como feos. El mundo no está hecho sólo para los guapos, y si no que se lo pregunten a Barbara Streisand, que bien presume de una nariz muy lejana de los arquetipos actuales. ¡Que viva los feos! Que como decía la Bestia… la belleza está en el interior.

lunes, 21 de mayo de 2007

Vida nueva en Second Life

“Es algo increíble…”. Y no me lo comentaba un niño precisamente. Adulto, casado y con dos hijos. Al igual que otros, ya tiene su Second Life. Uno más entre los millones de personas que forman parte de esta comunidad virtual. Todo ufano me explicaba las maravillas del juego que acababa de descubrir recientemente. Quién lo oyera, si tuviera dos dedos de frente, no podría contener una sonrisa. Como un niño estrenando sus botas de fútbol en un primer partido. ¿A tu edad?, le contesté. No vean el cabreo que cogió, tratándome de ignorante para arriba. Fue entonces cuando comprendí lo que ya había leído sobre Second Life, que no es sólo un juego, es algo mucho más.

Creado por Linden Lab y fundado por Philip Rosedale este juego ha conseguido originar toda una revolución. ¿De dónde cogieron la idea? Su inspiración proviene de la novela “Snow Crash”, publicada a principios de los años 90 y escrita por Neal Stephenson. En ella se recrea un mundo de simulaciones en el ciberespacio, en donde se confunden los buenos y los malos, y las propias consecuencias derivadas de sus actuaciones. Por otra parte, unas dosis del movimiento literario Cyberpunk no han faltado en esta creación. Éste es un subgénero de la literatura de ciencia ficción, que es conocido por su enfoque de alta tecnología y bajo nivel de vida. Los personajes del cyberpunk son seres marginados, alejados, solitarios, que viven desentendiéndose de la sociedad, donde la vida diaria es impactada por el rápido cambio tecnológico (Lawrence Person). Con un panorama semejante, el morbo está asegurado; y como un caramelo en boca de un niño no es tan fácil negarse a esta seducción. ¿Será por ello que ya son millones los que se han dejado imbuir?

Second Life se ha convertido en la máquina que convierte en realidad los sueños, y materializa las aspiraciones imposibles de alcanzar. Feos convertidos en playboy, menesterosos que no saben qué hacer con su dinero, debiluchos trocados en seres fornidos, apocados con un alto grado de sociabilidad. ¡Y todo a un bajo coste y sin esfuerzo alguno! En definitiva, el engaño encubierto bajo una densa cortina de humo.

En esta encrucijada, aprovechando la cercanía de un público fácil y accesible, ya han entrado a formar parte desde grandes empresas a políticos aspirantes a gobernar. La publicidad les sale gratis. Allí no encontrarán oposición a sus discursos, más o menos llenos de veracidad, porque aquellos a quiénes no les interese no les rebatirán, les ignorarán y punto.

Pero Second Life también es terreno pantanoso. Su lado oscuro empieza a descubrirse y su reputación ha quedado en vilo. Nick Shader, del programa de noticias Report Mainz, ha revelado casos de pederastia, fraude y lavado de dinero entre los usuarios. Las investigaciones no se han hecho esperar. El escándalo está servido.

¿Podría una vida virtual sustituir a la vida real? Sin duda alguna el juego ha conseguido verdaderos adeptos que le dedican muchísimas horas. Al igual que los problemas que podrían derivarse de los que hacen un uso abusivo del chat, internet u otro tipo de diversiones, también se encuentran en Second Life. La diferencia está en que en él uno juega a vivir. Por ello, este mayor realismo, puede embelesar a gente que antes no se sentía atraída con lo que había hasta ahora.

Second Life puede satisfacer aspiraciones puramente imaginarias, pero nunca podrá sustituir aquellas que son de tipo físico, y a la vez tan necesarias en toda vida humana: la proximidad real no existe, tus amigos no están a tu lado y no hay ni rastro de interacción humana.

Un alter ego enmascarado en Second Life. Puede resultar divertido, pero por muy difícil que sea la cruda realidad, más vale mantenerse despierto sabiendo lo que uno lleva entre sus manos, dedicando sus energías en sacar adelante los hitos propios del día a día. ¡Esto sí que es vida!

lunes, 14 de mayo de 2007

¿Realmente importa la familia?

La familia es un tema recurrente en análisis y comentarios de toda índole. De ella se habla y se debate. Se prometen y se adoptan medidas políticas. Muchos han dado la vida por ella. Hay quienes han salido a la calle para defenderla. Algunos luchan por conseguir los derechos según su propio concepto de la misma. Sí. La familia importa. Y por ello, desde el año 1993, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 15 de mayo como el Día Internacional de las Familias.

De la familia se ha dicho que es la célula primera y vital de la sociedad. En consecuencia pues, de su salud o enfermedad, dependerá la sociedad entera. Estamos de acuerdo. Es un círculo vicioso en donde la familia alimenta a la persona, y ésta –hecha fuerte en la familia- hace fuerte a la sociedad. “Sin familia no hay persona, y sin persona no hay sociedad”. Y si una sociedad no mima a la familia, acaba enfermando, se degenera, y su desgaste conlleva la muerte de esa misma sociedad.

La familia es la esfera en la que el hombre nace, aprende, se desarrolla y adquiere sus habilidades sociales básicas. Si todos fuéramos capaces de percibir el valor real que tiene, su destrucción no tendría lugar. Quienes hablan contra la familia no saben lo que hacen, porque no saben lo que deshacen. Hay que protegerla, cuidarla y defenderla.

Según la última estadística del Instituto de la Mujer, en el año 2001, de cada 100 matrimonios se produjeron 18,20 divorcios en España. Estadística que va en aumento cada año que pasa. En el año 2002 el promedio de hijos por mujer en la Unión Europea era de 1,47. Las españolas son las que menos (1,25).

Las cifras no engañan. Muestran la realidad tal y como es. Está claro que, en la actualidad, podemos afirmar que la familia está en crisis. Crisis porque descienden los matrimonios. Crisis porque aumentan las rupturas matrimoniales. Crisis porque descienden los hijos. Crisis porque aumentan los hijos fuera del ámbito familiar. Y crisis porque, desde los ámbitos gubernamentales, no se la protege ni se ponen medidas suficientes para defenderla.

La fidelidad no está de moda, suena a carca, y si encima alguien osa defenderla será tachado de rancio, primitivo y anticuado. Como si ser progre y moderno fuera sinónimo de infidelidad.

Conseguir un matrimonio estable no es una meta imposible, ni una utopía exclusiva para los que practican determinadas creencias religiosas. La fidelidad en el ámbito matrimonial forma parte de la antropología humana y es algo natural a ella.

La fidelidad se hace día a día, minuto a minuto, aprendiendo a descubrir la belleza que conlleva cada momento de convivencia. Dificultades siempre las hay. Son propias de toda relación humana. Pero cuando llega la tormenta hay que salvar el barco, echar cabos y evitar su hundimiento. Claro está que el matrimonio requiere esfuerzo, ligado a mucho sacrificio, pero prima siempre el goce si se cuida a diario. Lo que hay que hacer en la familia es demostrarse amor entre sus miembros, eso conlleva el servicio y la entrega.

Incluso para aquellas crisis que se presentan como imposibles de salvar existen todo tipo de ayudas a las que se puede recurrir. Siempre será necesario, claro está, la propia voluntad de los cónyuges en querer salir adelante.

La convivencia es un arte y, de hecho, es una enseñanza que resulta incomparablemente superior a la de cualquier razonamiento abstracto sobre la tolerancia o la paz social.

Es necesario que los gobernantes sepan valorar y apreciar este bien supremo como es la familia. Debe ser una preocupación primordial, sin olvidar –claro está- todo aquello que también favorezca la buena marcha de un país. El estado debe facilitar las medidas económicas y sociales necesarias para el buen sostenimiento familiar. Los padres deben recibir préstamos y ayudas para poder tener los hijos, y por supuesto deben existir las medidas sociales pertinentes que regulen y faciliten su sostenimiento.

Contradictoriamente se ponen esfuerzos y ayudas para posibilitar todo tipo de rupturas, y no se invierte en ayudar a salvaguardar los matrimonios. ¿Hacia dónde vamos? Mejor dicho… ¿hacia dónde nos quieren llevar los políticos?

Porque no viene siendo, precisamente, la familia, un tema que preocupe en el poder ejecutivo. ¿Será que no vende la familia? ¿Resta votos el defenderla?

“Si queremos preservar la familia hay que revolucionar la nación” (dixit Chesterton). Pues harán falta muchos revolucionarios que estén dispuestos a luchar de veras, porque visto el panorama social actual, como no empiece pronto la lucha, la familia se nos hunde. ¿Quién se apunta?

jueves, 10 de mayo de 2007

Ya no sé qué hacer con mi hija… ¿Debo atarla?

Cualquiera que leyera la declaración de la madre no puede quedarse indiferente: “Yo más no puedo hacer por ella, a no ser que la ate”. Así se lamentaba de su mala suerte Mónica López, vecina del municipio asturiano de La Calzada.

Tras leer la noticia me vinieron a la cabeza similares casos que, a lo largo de mi trayectoria profesional en la educación, he podido experimentar. En mis entrevistas con los padres de alumnos, en más de una ocasión, he oído las palabras desesperantes de los progenitores creyendo ver una causa perdida en su hijo: “Ya no sé qué hacer” “Ya no aguanto más” “Lo he intentado todo”… éstas y otras frases similares han intentado buscar en mí un consuelo o un modo de buscar una solución al problema.

En más de una ocasión, tras tener conversaciones con padres, me he preguntado: ¿Los hijos nacen… o se hacen? Que nacen es evidente, pero voy más al fondo de la cuestión: su educación ¿viene dada o se la damos?

Trabajar con adolescentes, como es mi caso, es toda una aventura. Nunca sabes por donde te saldrán, continuamente tienes que probar nuevas tácticas, no sirve lo del café para todos. Cada uno es un mundo, y cada familia un planeta. Claro está que no siempre los problemas se solucionan fácilmente, sobre todo a estas edades cuando hay ciertos hábitos y actitudes que están muy cogidos y son difíciles de reconducir. También me he encontrado con padres asustados con sus hijos e incapaces de adoptar decisiones. Es fácil quejarse, y difícil comprometerse.

Cada vez estoy más convencido que hay que verlas venir. Si desde que son pequeños hay un esfuerzo por formarles adecuadamente, en educarles de forma conveniente, muchos problemas ya ni siquiera se presentan. Cuando son mayores van llegando los frutos de todo el esfuerzo dedicado.

Querer realmente a los hijos no basta con comprarles la play o dejarles sueltos… hace falta comprometerse con su educación. Y esto a veces requiere esfuerzo y sacrificio, es verdad, pero como dije ya en una ocasión: “no hay mejor inversión que la que se hace en los hijos”. La gratificación que se recibe no tiene límites.

miércoles, 2 de mayo de 2007

¿DEBEN LOS PODERES PÚBLICOS FAVORECER ESPECIALMENTE A LA FAMILIA?

Mi estimado amigo Emili Avilés, no hace mucho, me hizo llegar este estupendo artículo que redactó en defensa de la familia. Considero que por el interés que suscita debo remitiroslo. A ver qué pensáis:

Seguro que estamos de acuerdo en que la familia tiene una intrínseca dimensión social y que las personas que contraen matrimonio necesitan el reconocimiento y la protección de la sociedad, ya que la familia es la primera y más básica expresión de las relaciones humanas, germen de cualquier sociedad digna de calificarse como humana.

La familia es donde todo hombre establece su primera relación con el mundo y los demás. En la familia es alimentado, vestido, cuidado. Mundo y familia se identifican en el niño y si la familia le ofrece amor y atenciones, considerará el mundo un lugar positivo y acogedor; adoptará ante ese mundo una actitud abierta y constructiva que beneficiará a toda la comunidad.

Las relaciones humanas más esenciales se establecen y desarrollan en la familia, que es claramente el centro afectivo de la persona: el amor de pareja, la paternidad, la maternidad, la filiación y la fraternidad. De ahí que la indisolubilidad, la unidad y la fecundidad matrimoniales son bienes para la familia y para toda la sociedad.

En la familia, por su propia naturaleza, se produce el desarrollo personal en un marco de responsabilidad y solidaridad, pues las relaciones familiares son –luchamos todos porque sean- esencialmente relaciones de amor. Por eso es fuente de humanización y mejora. Vemos claro que la civilización del amor, de los valores que muchos ven como una utopía, empieza en la familia.

Las responsabilidades familiares –necesidad de sacar una familia adelante- y la fecundidad aportan motivación añadida al trabajo profesional y riqueza al tejido socio-económico de un país.
Además, y es más básico de lo que nos puede parecer a primera vista, la familia nos arraiga en una dimensión territorial y cultural, muy importantes para el desarrollo individual y colectivo.

Podríamos seguir, pero con lo dicho y el sentido común, parece evidentísimo que los gobernantes, sean sus responsabilidades globales o locales, han de poner un esfuerzo todavía mayor en facilitar el equilibrado desarrollo y atender las necesidades, no sólo económicas, de la forma de organización humana más nuclear e imprescindible que tenemos. En algunos países ya hace años que han mejorado muchísimo en esta sensibilidad, porque en el fondo es como cuidar de la propia salud.

Emili Avilés