jueves, 26 de octubre de 2006

La juventud quiere ser feliz

Como todo el mundo, ellos también quieren llegar a la felicidad. Pero el concepto de felicidad no es fácil de abordar. Tampoco lo es lo que cada cuál entiende por ella. Quizás sea por las circunstancias en las que cada uno se desenvuelve que el concepto de felicidad varía de unos a otros.

¿Dónde encuentran la felicidad los jóvenes de nuestra sociedad? Recientemente ha salido al mercado un libro que trata este tema: "Los jóvenes y la felicidad". Su autor, Javier Elzo (Catedrático de Sociología en la Universidad de Deusto), expone un interesante ensayo en el que mide las aspiraciones vitales de la juventud española. Podríamos pensar que en hacer lo que a uno le apetece, sin ningún tipo de límites ni control, es dónde muchos encuentran sus máximas aspiraciones. Se supone que la juventud tiene una visión de la felicidad basada en estereotipos: en una noche de juerga, en un colocón que ni te cuento, en el consumo de drogas…

El razonamiento que Elzo arguye en su libro no tiene pérdida. El consumidor sin control está en lo más bajo en la escala de felicidad subjetiva. Contrariamente aquél que se sabe controlar, que sabe que se está mejor sin resaca que con ella, que el tiempo le cunde más que a los que no son personas hasta las 6 de la tarde, lo agradece mucho más. Y éste último grupo de jóvenes no son una minoría. Como dato aporta que es sólo un 8% el grupo que se encuentra en la situación más límite, sin control y sin medida. Un hecho a tener en cuenta es la baja autoestima que se produce cuando buscan la felicidad donde finalmente no acaban encontrándola. En la familia, en las relaciones sociales, son los sitios donde encuentran su verdadero proyecto de vida. Y claro está que hay que divertirse, pero para ello hay que saber hacerlo. No es más desdichado aquél que no experimenta un buen botellón, pues sabe que para pasárselo bien no hace falta llegar a esta situación.

Es ésta una visión de la juventud que probablemente no estamos acostumbrados a oír hablar. Es la otra cara de la moneda. Algo más animante, por otra parte. Quizás sea que la mayoría de las veces nos fijamos más en los casos más espectaculares que en los que realmente forman parte de la normalidad. La oferta de ocio que se brinda a los jóvenes es amplia, sólo hay que saber buscarla. La familia, sin duda alguna, es el lugar clave donde hay que enseñarla. Los padres tenemos que estar presentes en la vida de nuestros hijos, no podemos desentendernos. Ellos lo necesitan y nos lo agradecerán.