
“La edad del pavo es como un sarampión que hay que dejar que pase” me comentó una vez un colega de profesión. Ciertamente hay que tener mucha paciencia con los hijos adolescentes, y dejar pasar el tiempo. Sin embargo mientras dure muchas situaciones acaban en conflicto, se producen todo tipo de desavenencias, se tensionan las relaciones y existe mucha desorientación por parte de los hijos y de los padres.
¿Cómo resolver las situaciones? No hay soluciones mágicas, y debe considerarse que cada hijo es diferente. Las costumbres familiares, la educación que se ha estado dando desde los primeros años, las relaciones sociales… influyen sin duda alguna en el proceso educativo de los hijos.
Combinar la exigencia con la comprensión. Ceder algunas veces en situaciones que no dañen a los hijos. Formar adecuadamente la conciencia, enseñando a distinguir lo correcto de lo que no es procedente. Son elementos que no se deben descuidar.
La aceptación por parte de los padres de la persona de su hijo tal como es, incluso cuando éste no cumpla aquellas expectativas que se proponen, es fundamental en esta etapa.
Hay veces que ciertamente la adolescencia repele, pero si se lleva adecuadamente puede convertirse en la etapa más maravillosa de la vida.